sábado, 16 de julio de 2011

FAMILIA ALEGRIA


Gil Vicente Alegria nació en Lisboa 1842-1908 (Barcelona)  se casó con Micaela Ramirez (La Rioja) con la que tuvo seis hijos (Luisa, Enriqueta, Antonio, Clotilde, María y Emilia), instalandose en Barcelona  en donde cumplió su sueño al ser cofundador del circo Ecuestre de la plaza de Cataluña.


Su hijo Antonio Alegria fue empresario de espectáculos en América: Montevideo, Caracas, La Habana, etc. Tuvo a su hijo Vicente y este a su vez a Maria.


Sus hijas Maria y Emilia se casaron con Rico y Alex Briatore.


Su hija Clotilde Alegria casada con Vicente Henart tuvieron a Arturo, Elena, Mauricio y Maria.


De sus hijas Luisa y Enriqueta no tenemos noticias.



Gil Vicente Alegria y Micaela Ramirez.










Maria y Emilia Alegria casadas con Rico y su tio Alex Briatore.






Clotilde Alegria y Vicente Henart.




Antonio Alegria y su hijo Vicente (Habana 1922).




Micaela Ramirez con sus nietos mayores Emilio, Micaela, Clotilde y Alejandro.













Fte  "Cien años de Circo en España" Ed. Espasa-Calpe

Fte "Cien años de Circo en España" Ed. Espasa-Calpe

Fte "Cien años de Circo en España" Ed. Espasa-Calpe

Fte "Cien años de Circo en España" Ed. Espasa-Calpe

Fte "Cien años de Circo en España" Ed. Espasa-Calpe


Imagen obtenida en internet.



 Inaguración del Teatro-Circo de Murcia para el día 5 de noviembre de 1892 por la Compañía ... ecuestre, gimnástica, acrobática, cómica, mímica y musical de Gil Vicente Alegría : que dirige doña Micaela R. de Alegría
http://www.laverdad.es/murcia/v/20110403/murcia/ruina-salvacion-20110403.html  mas info




OTROS CIRCOS DE LA FAMILIA ALEGRIA:

Fte "Cien años de Circo en España" Ed. Espasa-Calpe

Fte "Cien años de Circo en España" Ed. Espasa-Calpe


























Este cartel entre otros sirvió de prueba recientemente para autentificar un cuadro que aparecia  la artista Rosita del Oro que fue amante del joven (17 a.) Pablo Picasso integrante del circulo de amigos de Micaela Ramirez de Alegria primero en Barcelona y mas tarde Paris en donde descansa en paz.



Los saltimbanquis de Picasso

Colores de circo y carnaval

Lluís Alabern (desde Barcelona)
PABLO PICASSO, afincado en una Barcelona que se impregnaba de un espíritu cosmopolita que copiaba de París, frecuentaba los circos que se instalaban en la ciudad. No ha quedado constancia gráfica de aquellos primeros escarceos con ese mundo, pero la crónica historiográfica ha querido ver en la amazona Rosita del Oro el motivo inicial de la fascinación por el circo que tuvo un Picasso quinceañero, tema central de la exposición del Museo Picasso de Barcelona, "Picasso i el circ".
De Rosita existe un dibujo datado en 1899, trazado al lápiz y al pastel en el reverso de un retrato de Casagemas, el gran amigo de Picasso, cicerone en aquella Barcelona tardorromántica y crápula que despertaba el interés del pintor adolescente. El Tívoli Circo Ecuestre, situado en las instalaciones del Teatro Tívoli -cerca de la Plaza Catalunya- venía de una tradición de espectáculos de arraigo en la ciudad, y seguía la estela de los grandes circos europeos. Aunque allí Picasso pudo conocer a la amazona Rosita, lo que parece claro es que el Picasso de aquellos años buscaba asir las atmósferas de los cafés, de los espectáculos, lo grotesco, la bohemia, y las casas de alterne de los barrios más densos. Aquella Barcelona fin de siècle devoraba en esos ambientes algunas ideas y filosofías que iban del entusiasmo a la futilidad, de la pasión creadora al deseo destructor. Eran tiempos de Nietzsche y de Bakunin, de tertulias en Els Quatre Gats, la taberna modernista que fundaron Miquel Utrillo, Pere Romeu, Ramón Casas y Santiago Rusiñol entre otros, donde bregaban los artistas más reputados junto a la nueva generación capitaneada por Picasso. Eran tiempos de nihilismo, de congresos obreros, de bombas incendiarias y agitaciones callejeras. En 1893 el anarquista Santiago Salvador había hecho estallar una bomba en el Teatre del Liceu provocando una veintena de muertos entre los espectadores de la platea. La represión policial no se había hecho esperar. Salvador y cinco dirigentes libertarios fueron fusilados. No fue este un hecho aislado en una Barcelona convulsionada por la penetración de las ideas anarquistas en el movimiento obrero. Picasso y el círculo intelectual de Els Quatre Gats bebían de aquellas fuentes contraculturales.
Y también la gente del circo: la familia de saltimbanquis representaba como nadie ese saber antiguo de la disidencia social, del individualismo acérrimo, del acratismo tenaz. El periodista cultural Ken Goffman, estudioso de los fenómenos contraculturales, cree que "las contraculturas conceden la primacía a la individualidad por encima de las convenciones sociales y las restricciones gubernamentales". Las contraculturas desafían a la autoridad "tanto en sus formas obvias como en las sutiles". Y el circo, el teatro de variedades, las marionetas, los oficios artesanos, el teatro de sombras (uno de los espectáculos de mayor éxito en Els Quatre Gats), eran la expresión contracultural de aquel final de siglo que se revolvía contra las convenciones. "Los titiriteros representaban el arquetipo del artista liberado que vivía al margen de la sociedad y de sus constricciones".
FRANCIA Y LOS PAYASOS. Desde su primer contacto con París, Picasso se convierte en asiduo espectador del Circo Medrano, relectura del antiguo Circo Fernando situado en Montmartre que inspiró la obra de Toulouse-Lautrec, Seurat, Degas y Renoir. Según relata Gertrude Stein en su texto sobre Picasso, "a los pintores siempre les ha atraído el circo; incluso ahora, cuando lo están sustituyendo el cine y los clubes nocturnos, les gusta recordar a los payasos y a los acróbatas del circo. Por entonces, todos ellos se veían al menos una vez a la semana en el Circo Medrano y les halagaba tratar con payasos, malabaristas, caballos y jinetes. Poco a poco Picasso fue haciéndose más francés y así empezó el periodo rosa o de los arlequines".
SebastiGuasch, en una crónica de 1946 sobre el Medrano, escribió en la revista Destino: "por el módico precio de una consumición, podemos rozar con arrobo los muslos tersos de la acróbata, presenciar la vida familiar de los funámbulos y ver a los payasos vestidos de paisano (…). Fue en el pequeño bar del Medrano donde se sentaron durante noches enteras Toulouse-Lautrec, Degas, Seurat y tantos otros". Picasso escruta con sus trazos la vida oculta de los saltimbanquis y payasos a los que tanto admira y con los que se identifica. Fernande Olivier escribió que Picasso tenía devoción por los payasos con los que se encontraba en el bar del Medrano, donde "había un tufo a cuadra, cálido y un poco repugnante (...); se divertía con sus chistes aunque, fuera de la pista, eran bastante triviales. Los admiraba y les manifestaba una auténtica simpatía. Así conoció a Iles y Antonio, Alex y Rico. Un día invitó a cenar a su casa a un payaso holandés y a su mujer, una amazona polonesa (…) En aquel tiempo debutaba Grock con Antonet. Fue una revelación, un dislate de risas, un delirio (…). No he visto nunca a Picasso reír tan a gusto como en el Medrano".

















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